
Gremiales | 31 de agosto
Francia prohíbe los celulares en las escuelas y reabre el debate sobre las “adicciones conectivas”

El Gobierno francés pondrá en marcha desde este lunes una medida inédita: la prohibición del uso de teléfonos celulares en las escuelas secundarias. La decisión, impulsada por la ministra de Educación Elisabeth Borne, busca garantizar que ningún estudiante utilice dispositivos móviles dentro de los establecimientos.
“El problema de las pantallas es un problema de salud pública, un problema de salud mental cuyas consecuencias son innegables”, sostuvo la funcionaria, al presentar su hoja de ruta educativa. Según datos oficiales, uno de cada cinco jóvenes presenta signos de malestar psicológico asociados a la exposición excesiva a pantallas.
El plan, denominado “teléfono móvil en pausa”, se implementará gradualmente en todos los centros públicos antes de fin de año. Los celulares y otros dispositivos electrónicos —como tablets y relojes inteligentes— deberán quedar en resguardo al ingresar al establecimiento. Cada escuela organizará el mecanismo de aplicación.
El reglamento establece que el uso de celulares puede afectar la concentración, fomentar actos de indisciplina y entorpecer la convivencia escolar. En los centros que ya aplicaron la medida de manera piloto, el Ministerio de Educación reportó mejoras tanto en el clima escolar como en la atención del alumnado. En caso de incumplimiento, las sanciones podrán ir desde tareas adicionales hasta la confiscación del dispositivo o, en casos graves, sanciones disciplinarias.
La reflexión detrás de la prohibición
En diálogo con Página/12, Agustín Valle —investigador y autor de Jamás tan cerca, la humanidad que armamos con las pantallas— advirtió que los celulares concentran un poder inédito sobre la atención. “Muchos chicos pasan entre 7 y 8 horas frente a una pantalla en días de semana, y hasta 12 o 13 los fines de semana. Puede que no haya habido otro dispositivo en la historia con tanta tracción sobre la mirada”, señaló.
Valle define al celular como un “portal de la mediósfera” y como el dispositivo que asegura un “monopolio del deseo”, con capacidad de provocar una “sujeción total de la realidad sensible”. El fenómeno, explicó, ocurre porque las pantallas ofrecen “estímulos infinitos y permanentes”, generando una disociación entre cuerpo y mente: la posibilidad de “estar sin estar”.
El investigador matizó que medidas tan masivas pueden tener un costado “tosco o contraproducente”. Valoró la experiencia de una escuela en Rosario que, tras prohibir los celulares, abrió un proceso de debates y asambleas con la comunidad educativa. “Es fundamental invitar a los chicos a reflexionar sobre lo que nos pasa con este apego a las pantallas. Si la prohibición impide investigar eso, se pierde información valiosa”, advirtió.
Finalmente, Valle se mostró escéptico sobre la operatividad del plan en Francia: “El celular no es un objeto más, como una tijera que se guarda en un cajón. Es un umbral al ambiente virtual, pegado al cuerpo. La pregunta es si incluso los propios docentes podrán abstenerse de agarrar el rosario contemporáneo”.
