El conflicto en la histórica fábrica de cosechadoras Vassalli, de Firmat, atraviesa un nuevo capítulo de tensión. La compañía no se presentó a la audiencia de conciliación convocada por el Ministerio de Trabajo en Rosario y comunicó que mantendrá su planta cerrada durante toda la semana, profundizando la incertidumbre de sus 288 trabajadores.

Salarios adeudados y falta de propuestas

Los operarios reclaman el pago de tres meses de sueldos, aguinaldo, retroactivos y aportes previsionales que la firma aún no canceló. “Nos presentamos nuevamente a una audiencia y, como es costumbre, la empresa no asistió. Se decía en Firmat que podían acercar un plan de trabajo, pero no llegó nada”, explicó Diego Romero, secretario general de la UOM Firmat, al canal RTS.

La empresa, perteneciente a la familia Marsó, sigue sin presentar un plan de pagos ni un esquema de reactivación productiva, lo que mantiene el conflicto en punto muerto.

La irrupción de Arietto y el despido de delegados

En medio del enfrentamiento, la compañía sumó a la abogada Florencia Arietto, conocida por su exposición mediática y su alineamiento con sectores empresariales en disputas laborales, lo que fue interpretado por los trabajadores como una señal de hostilidad.

A esto se suma el despido de cuatro delegados de la UOM, decisión que motivó la protesta sobre la ruta 33 la semana pasada. “Ratificamos todo lo denunciado en actas anteriores y también denunciamos el desafuero ilegítimo e ilegal de los delegados, que está fuera de la ley”, sostuvo Romero.

Dramas cotidianos en Firmat

La situación social de los obreros se vuelve cada vez más crítica. “Tenemos compañeros que alquilan y están con riesgo de desalojo porque no pueden pagar. Además hay cortes de luz y gas, pero lo más grave es que no tienen para poner un plato en la mesa”, relató el dirigente metalúrgico.

La última comunicación oficial de la empresa se produjo el viernes, cuando pegó un cartel informando que la planta permanecería cerrada durante toda la semana por “razones de seguridad”. Desde entonces, los trabajadores permanecen a la vera de la ruta 33, en un clima de desesperación e incertidumbre.