En un fuerte descontento expresado en AM 1070, Mario “Paco” Manrique, secretario gremial de la CGT, arremetió contra la cúpula de la central obrera, acusando a Héctor Daer, Andrés Rodríguez y Gerardo Martínez de llevar a cabo negociaciones en secreto con el Gobierno nacional, sin consultar a los demás dirigentes sindicales.

Manrique denunció que se entera de reuniones con gobernadores y otros eventos solo con 12 horas de antelación, sin tener claro el propósito de estas convocatorias. "La mesa chica es muy chica", expresó, señalando que las decisiones importantes dentro de la CGT parecen ser tomadas únicamente por Daer, Martínez y Rodríguez.

Críticas a Rodríguez y a la Gestión de la CGT

En particular, Manrique dirigió sus críticas hacia Andrés Rodríguez, titular de UPCN, por sus recientes comentarios sobre la falta de convocatoria institucional de la CGT a movilizaciones contra el veto del presidente Javier Milei al aumento de jubilaciones. Manrique cuestionó la autoridad de Rodríguez para hablar en nombre de la CGT, subrayando que su rol es meramente personal y no institucional.

“Rodríguez esgrime una representatividad que no tiene. Yo soy secretario gremial de la CGT, y Andrés Rodríguez tiene todo el derecho del mundo a opinar como Andrés Rodríguez, pero nunca como representante de la CGT”, disparó Manrique. Agregó que las decisiones de la central deberían ser transparentes y discutidas abiertamente entre todos los miembros, no en privado entre unos pocos.

Desafíos y Críticas a la Actual Gestión de la CGT

Manrique también abordó la transformación de la CGT durante los primeros meses del gobierno de Milei. Afirmó que la central había logrado convertirse en una referencia para los trabajadores, pero que ahora enfrenta problemas debido a la falta de acción y representación efectiva. “La CGT en los primeros meses se había transformado en una referencia. Ahora encontró un interlocutor, Guillermo Francos, y se acabó la acción gremial”, afirmó.

El dirigente sindical expresó su frustración con la nueva dinámica de negociación, alegando que la CGT ha delegado demasiado poder a Francos, lo que ha llevado a una falta de acción y transparencia en la representación de los intereses laborales. “Caminamos juntos hasta que la CGT encontró al amigo, el amigo se llama Francos, interlocutor del gobierno donde pueden negociar cosas a espaldas de los dirigentes”, concluyó Manrique.

Este conflicto interno dentro de la CGT pone en evidencia las tensiones y divisiones en la central sindical, así como las dificultades para mantener una postura unificada frente a las políticas del actual gobierno. La situación refleja una profunda crisis en la representación sindical y en la capacidad de la CGT para coordinar una respuesta efectiva a los desafíos que enfrenta el movimiento obrero en Argentina.