Gremiales | 21 de diciembre
Lácteos Verónica paralizó sus tres plantas por incumplimientos salariales y falta de leche para producir
La crisis de Lácteos Verónica volvió a profundizarse en los últimos días con la paralización total de sus tres plantas industriales ubicadas en la provincia de Santa Fe, como consecuencia de nuevos incumplimientos salariales y la falta de materia prima para sostener la producción. La histórica empresa láctea atraviesa uno de los momentos más delicados de su trayectoria, en un escenario financiero y operativo que la deja prácticamente sin margen de maniobra de cara al cierre de 2025.
El conflicto se reactivó luego de que la compañía incumpliera el cronograma de pagos semanales acordado con la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra). El esquema preveía depósitos de un millón de pesos por trabajador cada lunes para cancelar parte de la deuda salarial acumulada, pero durante diciembre los pagos comenzaron a llegar incompletos y fuera de término. Ante esta situación, los trabajadores retomaron la retención de tareas y frenaron completamente la actividad en las plantas de Clason, Lehmann y Suardi.
A la tensión salarial se suma un problema estructural que agrava el cuadro: la empresa no cuenta actualmente con leche para elaborar sus propios productos. La planta de Clason se encuentra totalmente detenida por falta de materia prima, mientras que Lehmann y Suardi también permanecen paralizadas, sin producción de la marca Verónica.
La parálisis productiva deja al descubierto una situación financiera extremadamente frágil. Según datos del Banco Central, Lácteos Verónica acumula cheques rechazados por más de 10.900 millones de pesos, reflejo de una severa crisis de liquidez y la imposibilidad de sostener la cadena de pagos.
A este panorama se suma una abultada deuda con productores tamberos, que fuentes del sector estiman en torno a los 60 millones de dólares. De ese total, entre 18 y 20 millones corresponderían a leche cruda ya entregada y nunca abonada. Más de 150 tambos, además de transportistas y proveedores, se encuentran afectados por incumplimientos que se arrastran desde comienzos de año.
La pérdida de confianza derivó en una caída abrupta del envío de leche, incluso en un período de alta producción como la primavera. Muchos productores redireccionaron su producción hacia otras usinas, y parte de la leche proveniente de establecimientos vinculados a los propios dueños de la firma estaría siendo procesada fuera de la empresa. El resultado es una compañía sin insumos básicos para sostener su actividad principal.
En los últimos meses, Lácteos Verónica logró mantener una actividad mínima a través de contratos de fasón, principalmente en la planta de Lehmann, donde se procesó leche para terceros. Sin embargo, ese esquema —de baja rentabilidad y orientado únicamente a cubrir parcialmente los salarios— vence el próximo 8 de enero, lo que agrega presión a un escenario ya crítico.
En paralelo, volvieron a circular versiones sobre una posible venta de activos o de alguna de las plantas. En noviembre, la presencia de representantes de Adecoagro en la planta de Clason reavivó las especulaciones sobre un eventual acuerdo productivo o una operación de compra. No obstante, hasta el momento no hubo definiciones oficiales y distintas fuentes señalan que las diferencias internas dentro de la familia Espiñeira, propietaria de la empresa, dificultan la toma de decisiones estratégicas.
Mientras los productores comienzan a organizar reclamos visibles para exigir el pago de las deudas, los trabajadores enfrentan la proximidad de las fiestas sin certezas sobre el cobro de sus salarios. Con plantas paralizadas, falta de leche, un pasivo financiero creciente y negociaciones estancadas, el futuro de Lácteos Verónica permanece abierto, aunque en el corto plazo no se vislumbran señales claras de recuperación.
