
Afiliados | 23 de junio
Importaciones récord, turismo desbordado y autos de lujo: los contrastes del modelo Milei

El experimento económico libertario que encabeza Javier Milei empieza a mostrar sus grietas más profundas. Mientras una parte minoritaria de la población aprovecha un tipo de cambio atrasado para viajar, importar bienes o comprar autos de alta gama, la mayoría de los sectores productivos lidia con un retroceso marcado, cierre de empresas y pérdida de empleo.
Entre enero y mayo de 2025, las importaciones de bienes de consumo —desde electrodomésticos y celulares hasta muebles, juguetes y alimentos para mascotas— crecieron un 70 por ciento respecto al mismo período del año anterior. El monto total alcanzó los 4.374 millones de dólares, y, de mantenerse esta tendencia, el año cerraría con un gasto cercano a los 12.600 millones, lo que marcaría un nuevo récord histórico.
Este aumento exponencial de importaciones tiene un costo doble: el uso de divisas que fueron obtenidas mediante endeudamiento externo —en especial con el FMI— y el desplazamiento de la producción nacional. Según estimaciones, los 5.200 millones de dólares extra que se gastarían este año frente a 2024 en bienes de consumo representan cerca de un cuarto del crédito total que el país tomó recientemente con organismos internacionales.
Apertura sin red: industria en retroceso
La política de liberalización comercial comenzó a generar impactos directos en el tejido productivo argentino. Datos oficiales muestran que desde el inicio del actual gobierno cerraron 1.347 fábricas y más de 25.500 trabajadores perdieron su empleo en el sector industrial, según la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y un relevamiento del CEPA.
En paralelo, la participación de bienes de consumo sobre el total importado se elevó al 14,5%, una cifra mayor al promedio registrado durante el gobierno de Mauricio Macri (13%) y bastante por encima del 10% que promedió durante los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner.
Dólares que se van, turismo que no vuelve
La otra vía de salida de divisas es el turismo internacional. El desequilibrio es abrumador: en los primeros cuatro meses del año, casi seis millones de argentinos viajaron al exterior, mientras que solo dos millones de turistas ingresaron al país. El resultado fue un déficit de 3.613 millones de dólares, más del triple que el registrado en igual período de 2024.
Este fenómeno, alimentado por un tipo de cambio artificialmente barato, recuerda al patrón de consumo de los años ‘90 bajo el plan de convertibilidad. En aquel entonces, también se impulsaron los viajes al exterior con dólares provenientes de deuda, hasta que el modelo estalló con la crisis de 2001.
Hoy, Argentina vuelve a mostrarse como un país “caro en dólares”. Según el economista Daniel Schteingart, esto genera una demanda insostenible de divisas, algo que ya se vio en ciclos anteriores con consecuencias negativas.
Alta gama: el único rebote en “V”
El supuesto rebote económico que anticipaba el presidente parece haberse limitado a sectores muy específicos. Los datos de ventas de vehículos de lujo reflejan un boom de consumo entre los sectores de mayores ingresos. Entre enero y abril, se duplicaron o incluso triplicaron las ventas de marcas como Audi, BMW, Mercedes Benz, Volvo y Lexus, beneficiadas por la quita de impuestos y las facilidades para importar.
Por ejemplo, Audi vendió un 145% más que en 2024, BMW un 106% más, y Lexus creció un 250%. Este fenómeno replica el mismo patrón observado entre 2016 y 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando el actual ministro Luis Caputo también conducía la política financiera a base de deuda y liberalización.
Privatizaciones y señales de alerta
A esta lógica de apertura, desregulación y ajuste se suman los planes de privatización. Esta semana, el gobierno avanzó con el Decreto 416/2025, que habilita la venta de empresas públicas a través de plataformas electrónicas. Enarsa, Nucleoeléctrica, Trenes Argentinos y AySA figuran entre las más emblemáticas incluidas en la lista.
La suma de señales —suba de importaciones, caída de la industria, déficit turístico y boom de bienes de lujo— dibuja un escenario conocido para la economía argentina. Una burbuja de consumo para unos pocos, sostenida por deuda, con un trasfondo de desempleo y recesión productiva que ya empieza a encender alarmas dentro y fuera del país.
