
Política | 14 de octubre
El dólar Bessent entra en escena: la apuesta de Milei y Trump a prueba tras la intervención histórica de EE.UU.

La inédita maniobra financiera impulsada por Estados Unidos para sostener al gobierno de Javier Milei comienza esta semana su verdadero examen. Luego del anuncio del “rescate” coordinado por el Tesoro norteamericano, el jueves pasado los mercados locales vivieron un cierre con respiro: el riesgo país descendió a 900 puntos y los bonos y acciones argentinas repuntaron. Sin embargo, detrás del alivio momentáneo, la economía real sigue hundiéndose en recesión.
El llamado dólar Bessent —bautizado así por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent— pretende contener el tipo de cambio hasta las elecciones del 26 de octubre. La duda es si el esquema alcanzará para frenar las expectativas de devaluación y, sobre todo, cuánto tiempo podrá resistir sin un rumbo económico propio.
Un respiro artificial
La decisión de Washington, respaldada personalmente por Donald Trump, busca estabilizar el mercado cambiario y reforzar la posición del presidente Milei en plena campaña. Pero en la práctica, la medida equivale a una tercerización de la política financiera argentina.
“Si no bastó con el préstamo del FMI, ni con los blanqueos, ni con las retenciones cero para el agro, ¿cuánto margen queda para sostener este nuevo intento?”, se preguntan en la City.
El impacto en la bolsa y en el dólar comenzará a notarse desde este lunes, aunque recién después de los comicios quedará claro si el andamiaje resiste. Los analistas advierten que la apuesta puede traer algo de estabilidad de corto plazo, pero a costa de una cesión de soberanía a largo plazo: Argentina quedó en el centro de una nueva disputa geopolítica entre Estados Unidos y China, la llamada “segunda Guerra Fría” económica.
Un rescate con segundas intenciones
Fuentes financieras señalaron que la operación demoró varios días por la falta de mecanismos legales para ejecutarla. Durante ese tiempo, el Banco Central siguió liquidando reservas para sostener la divisa, con escaso margen para repetir la maniobra.
Los fondos que participaron del acuerdo tienen vínculos directos con el ministro de Hacienda, Luis Caputo, y forman parte del mismo círculo de financistas internacionales. “Cuando la apuesta se les va de las manos, siempre aparece un salvataje”, ironizan economistas críticos.
Pero el salvavidas tiene doble filo: además de garantizar ganancias para los grandes inversores, consolida la injerencia estadounidense en un país considerado clave para reducir la influencia china en Sudamérica. La estrategia incluye promover inversiones en sectores de recursos naturales, de alta rentabilidad y escasa generación de empleo.
La economía real, en caída libre
Mientras tanto, las empresas, industrias y comercios se enfrentan a una incertidumbre total. Nadie sabe a qué valor calcular el dólar para proyectar precios o mantener márgenes de rentabilidad. El consumo cae, los salarios siguen rezagados y las amenazas de despidos se multiplican.
El combo de deuda, devaluación y desempleo —una trilogía bien conocida por la historia argentina— vuelve a estar sobre la mesa. “La economía especulativa avanza, la economía productiva retrocede”, sintetiza un analista.
En este escenario, el dólar Bessent se convierte en algo más que una variable financiera: es una moneda de cambio política y geopolítica.
El propio Bessent lo dejó claro el viernes, al publicar un mensaje que generó impacto en Wall Street y Buenos Aires por igual:
“Milei está intentando romper 100 años de ciclos negativos en Argentina. Es un gran aliado de Estados Unidos y esperamos con interés su visita al Despacho Oval la próxima semana. No queremos otro estado fallido o liderado por China en América Latina. Estabilizar Argentina es prioritario para Estados Unidos”.
La intervención promete calma temporal. Pero, como enseña la historia económica argentina, los equilibrios sostenidos por capital especulativo duran lo que tarda en cambiar el humor de los mercados.
