Martes 14 de Octubre de 2025

Gremiales | 14 de octubre

Uno de cada tres argentinos con ingresos está endeudado: crece el drama financiero de las familias

En la Argentina de Javier Milei, llegar a fin de mes se transformó en una carrera de resistencia. Con salarios que pierden poder adquisitivo y precios que no ceden, cada vez más familias dependen del crédito para cubrir gastos básicos. Según datos del Banco Central, uno de cada tres argentinos con ingresos mantiene deudas con bancos o entidades financieras, lo que equivale a 11,3 millones de personas. La deuda promedio por individuo asciende a 3,7 millones de pesos, de acuerdo con un estudio del Instituto Argentina Grande (IAG).

Una deuda que asfixia

Para saldar esos montos, los deudores necesitarían alrededor de tres salarios del sector privado registrado —el más alto de la economía—, aunque la mayoría de los hogares está muy por debajo de ese ingreso. La mitad de los endeudados debe entre 750 mil y un millón de pesos.

“La deuda de la tarjeta se transformó en una bola de nieve imposible de frenar”, relata Lucía, vecina de Mercedes. Ana, bibliotecaria de Lobos, cuenta una historia similar: “Debí entrar en un plan de pagos porque el total de la tarjeta no bajaba nunca. La tasa que me cobra el banco supera el 100 por ciento”. Su sueldo de 1,4 millones de pesos no alcanza para cubrir una deuda de un millón.

El crédito se volvió un “mal necesario” para sostener consumos básicos en medio de la recesión. Un informe de CP Consultora señaló que los salarios de convenio del sector privado volvieron a caer en términos reales en agosto, consolidando una pérdida de poder adquisitivo respecto de comienzos de año. La desinflación, lejos de mejorar el panorama, solo profundizó la brecha entre ingresos y precios.

Tarjetas para comprar comida

El uso de tarjetas de crédito se disparó en rubros esenciales. Un estudio del Centro RA de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA) reveló que las compras con crédito en supermercados pasaron del 39 al 46 por ciento del total entre noviembre de 2023 y mayo de 2025.

“La tarjeta la uso para pagar impuestos y comida, no para darme gustos. Eso ya quedó atrás”, cuenta Gilda, de Campana. “Voy al mayorista con la fecha de cierre de la tarjeta en mente para estirar el dinero. Antes compraba en el supermercado del barrio, ahora ya no puedo”.

Servicios que se llevan todo

El aumento de tarifas fue otro golpe. Según el Observatorio de Tarifas y Subsidios del IIEP (UBA-Conicet), la canasta de servicios públicos en el AMBA subió 526 por ciento desde diciembre, frente a una inflación acumulada del 164 por ciento. Hoy, los servicios de transporte, luz, gas y agua representan más del 11 por ciento del salario promedio privado registrado.

“Los servicios me desajustaron todo el presupuesto. Lo que más aumentó fue la luz, pero también el transporte: mi hija viaja a Capital todos los días y eso se siente cada vez más”, agrega Gilda.

Jubilados sin respiro

Los jubilados también están en el límite. Aunque los haberes se actualizan mensualmente, la inflación devora cualquier mejora. En agosto, la jubilación mínima cayó 0,6 por ciento en términos reales, mientras que las medias y altas bajaron 0,3 por ciento, según CP Consultora.

“Antes podía pagar mi prepaga con la jubilación, ahora tengo que sumar parte de mis ahorros”, lamenta Lucrecia, vecina de Los Cardales. “Además, muchos medicamentos que antes eran gratuitos ahora tienen costo. Son unos 50 dólares más por mes”.

Lía, otra jubilada, resume el ajuste cotidiano: “Compramos solo lo justo, aprovechamos descuentos y hasta bajamos la velocidad al manejar para gastar menos nafta. Los remedios tienen menos cobertura y cada vez hay menos médicos que atienden por obra social”.

Economía real en emergencia

Mientras los mercados celebran intervenciones y especulaciones financieras, la vida cotidiana de millones de argentinos se desangra en cuotas, refinanciaciones y tasas usurarias. El endeudamiento ya no es una elección, sino una herramienta de supervivencia.

 

Como sintetiza el informe del IAG: “La economía argentina transita un proceso de financiarización del consumo: las familias ya no piden crédito para invertir o crecer, sino para comer, pagar los servicios y sostener la vida diaria”.

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