
Afiliados | 06 de agosto
Crece el trabajo en negro disfrazado de monotributo: más de medio millón de empleados figuran como independientes

Un nuevo estudio privado advierte sobre el uso creciente del monotributo como mecanismo para encubrir relaciones laborales formales, especialmente en grandes empresas. Según estimaciones de IDESA en base a datos del INDEC, unos 600.000 trabajadores figuran como monotributistas aunque, en la práctica, mantienen vínculos de dependencia laboral con sus empleadores.
“Lo que se presenta como una contratación de servicios es en realidad un empleo asalariado encubierto”, advirtió el informe.
Este fenómeno profundiza la informalidad laboral en Argentina, donde ya más de un tercio de los asalariados no están registrados conforme a la ley. La maniobra, si bien se detecta en empresas de todos los tamaños, es más frecuente en las grandes, que utilizan el régimen simplificado como estrategia para evadir cargas sociales y obligaciones laborales.
Radiografía del empleo encubierto
El estudio, basado en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del cuarto trimestre de 2024, revela un uso extendido del monotributo como fachada:
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Empresas con menos de 10 empleados: el 77% del personal no está registrado, pero solo el 7% factura como monotributista.
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Empresas con entre 10 y 40 empleados: el 14% está en negro, de los cuales el 24% entrega factura.
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Empresas con más de 40 empleados: el 8% no está registrado, y de ellos el 45% factura mensualmente como si prestara un servicio.
“El empleo no registrado es más común en las empresas chicas, pero el uso del monotributo como herramienta para simular independencia laboral es una práctica más desarrollada en las grandes”, concluye el informe de IDESA.
600 mil monotributistas son, en realidad, empleados
Según el INDEC, en el primer trimestre de 2025 la Población Económicamente Activa urbana fue de 14,4 millones de personas, de las cuales 13,3 millones tienen alguna ocupación. Dentro del universo de 9,6 millones de asalariados, 3,5 millones están fuera de la registración legal, es decir, el 36,3% del total.
De ese segmento, un 17,1% realiza aportes jubilatorios por cuenta propia, lo que representa aproximadamente 598.500 personas que revisten como monotributistas. Sin embargo, el 14% de ese total factura mensualmente a su empleador, evidenciando que su monotributo es apenas una fachada para una relación laboral real.
Una práctica que precariza el empleo formal
El titular de IDESA, Jorge Colina, explicó que este mecanismo permite a las empresas evitar cargas patronales, negociaciones colectivas y reclamos judiciales, pero a costa de precarizar a trabajadores que deberían estar registrados y protegidos por la legislación laboral vigente.
“Esto implica que muchas personas pagan su cuota de monotributo, pero no son verdaderos independientes. Están cumpliendo horarios, tareas fijas y obedecen directivas, lo cual define una relación de dependencia”, señaló Colina.
En este contexto, se vuelve urgente el debate sobre la reforma del régimen simplificado y el fortalecimiento de los controles sobre el uso abusivo del monotributo, un fenómeno que erosiona derechos laborales, genera competencia desleal entre empresas y socava el financiamiento del sistema previsional.
La informalidad laboral ya no solo es sinónimo de trabajo en negro, sino también de estrategias encubiertas en la legalidad, como este uso distorsionado del monotributo. Un desafío que interpela directamente al Estado, a los empleadores y al sistema tributario argentino.
