Política | 26 de noviembre
La venta de la planta Ciccone: un adiós al monopolio estatal de la impresión de billetes y una puerta abierta a los empresarios amigos de Milei
El Gobierno de Javier Milei avanza en su estrategia de reducción de costos y privatización de activos estatales, y una de sus últimas movidas involucra la histórica planta de Ciccone, que durante décadas estuvo a cargo de la impresión de billetes y otros documentos oficiales. Esta semana, el ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, desde la cumbre del G-20 en Río de Janeiro, confirmó que la planta ubicada en Don Torcuato está en venta, lo que abriría las puertas a nuevos jugadores privados en el lucrativo negocio de la fabricación de dinero físico.
El gobierno justifica la venta con un argumento económico: según Caputo, será más barato para el Estado comprar billetes a proveedores internacionales que seguir con la producción interna. Además, aseguran que la venta podría ahorrarle al país unos 5.040 millones de pesos. Sin embargo, la medida también trae consigo el cierre de la planta y la pérdida de 270 empleos, una consecuencia que parece no preocupar al gobierno, que ya está acostumbrado a tomar decisiones que priorizan los intereses financieros sobre el bienestar laboral.
La historia de Ciccone: una imprenta en la mira desde la dictadura hasta Boudou
El nombre Ciccone no es solo sinónimo de imprenta, sino de una historia marcada por la vinculación con el poder político en Argentina. Fundada en 1951 por los hermanos Héctor y Nicolás Ciccone, la empresa creció rápidamente gracias a la estrecha relación con el Estado, especialmente durante la dictadura militar. En 1978, el gobierno de facto le otorgó a Ciccone el contrato para imprimir las entradas del Mundial de Fútbol, un negocio que les permitió, además, importar maquinaria gráfica sin pagar los altos aranceles de la época.
Con el tiempo, el vínculo de Ciccone con el Estado se estrechó aún más, especialmente durante la presidencia de Carlos Menem. Fue entonces cuando la imprenta pasó a formar parte de los negocios de la Casa de la Moneda y, en una de las páginas más oscuras de la historia de la empresa, se le vinculó con la impresión de billetes falsos, conocidos como "Menem truchos". Años más tarde, en el marco de la crisis económica, Ciccone acumuló deudas millonarias y terminó en quiebra, lo que llevó a su nacionalización en 2012 bajo el nombre de Compañía de Valores Sudamericanos, pasando a depender directamente de la Casa de la Moneda.
La sombra de Boudou
El nombre de Amado Boudou también está ligado a la historia reciente de Ciccone. Durante su gestión como vicepresidente de la Nación, Boudou fue acusado de haber sido el principal operador detrás de la compra de la imprenta por parte de The Old Fund, una empresa que, según las investigaciones, operaba como testaferro del exfuncionario. Aunque la justicia no actuó con la celeridad esperada en aquellos años, Boudou terminó condenado por corrupción en el caso Ciccone, un episodio que no solo manchó su carrera política, sino que también destapó una red de corrupción vinculada a la impresión de billetes y otros negocios turbios en el sector.
El fin de un ciclo: la venta de Ciccone bajo Milei
Hoy, la venta de la planta Ciccone marca el final de un ciclo para una de las imprentas más controvertidas del país. La decisión de privatizar este sector estratégico de la economía nacional no solo responde a una estrategia de ajuste fiscal, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro del control de la emisión de dinero en Argentina. Mientras el gobierno de Milei avanza en su desmantelamiento de empresas estatales, el sector privado se posiciona para hacerse con un negocio multimillonario, mientras que miles de trabajadores pierden sus empleos.
Lo que parece claro es que, para el actual gobierno, el dinero no solo es papel; también es un negocio. Y como siempre, los amigos del poder están listos para aprovechar la oportunidad.