Viernes 12 de Septiembre de 2025

Gremiales | 12 de septiembre

La inflación de los trabajadores fue de 1,6% en agosto y alertan por el deterioro del poder adquisitivo

El Índice de Inflación de los Trabajadores (IET) elaborado por la UMET y el Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD) registró en agosto un alza del 1,6%, lo que marcó una desaceleración respecto del 2% de julio. En términos interanuales, la suba alcanzó el 33,2%, el nivel más bajo desde diciembre de 2020.

En los primeros ocho meses del año, la inflación acumulada llegó al 18,2%, lo que proyecta un incremento cercano al 28,5% para todo 2025 si se mantiene la tendencia. Sin embargo, el informe advierte que, pese a la moderación de precios, los salarios reales continúan en caída y la economía se encamina hacia un escenario recesivo.

El exministro de Educación y director del CCD, Nicolás Trotta, cuestionó el rumbo económico del oficialismo:

“La inflación se desacelera, pero nunca hubo tanto consenso en que los ingresos reales no mejoran e incluso caen. El Gobierno planteó que bajar la inflación era la clave para recuperar los salarios y el crecimiento, y sin embargo ocurre lo contrario. Es un doble fracaso del modelo”, sostuvo.

El análisis del IET mostró que las mayores subas en agosto se dieron en transporte (+4%), por el aumento en combustibles y autos nuevos; bienes y servicios varios (+2,8%), por el impacto de los seguros; y bebidas alcohólicas y tabaco (+2,5%). En contraste, alimentos y bebidas no alcohólicas tuvieron un incremento moderado (+0,8%), mientras que prendas de vestir y calzado retrocedieron (-0,4%) y los servicios turísticos cayeron un 5,3% por el cierre de temporada.

La inflación golpeó más fuerte a los hogares de mayores ingresos (1,73%), que destinan más al transporte privado, mientras que en los de menores recursos fue inferior al 1,4%. Entre jubilados, el índice se ubicó en 1,51% gracias a la baja en medicamentos.

El coordinador general del IET, Fabián Amico, explicó que la desaceleración respondió a dos factores: la baja en la devaluación del tipo de cambio oficial —que pasó de un 14% en julio a una caída del 2,3% a fines de agosto— y la reducción del traspaso a precios. “La menor resistencia salarial también juega un rol: cuando los salarios nominales no acompañan la suba del dólar, la inflación pierde fuerza, pero el costo es mantener los ingresos reales estancados o en retroceso”, analizó.

 

Según Amico, desde el 8 de septiembre comenzó una nueva etapa tanto en la política cambiaria como en la dinámica inflacionaria, cuyo impacto se verá reflejado en los próximos informes.

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