Un fuerte clima de incertidumbre sacude a Chascomús tras el cierre inesperado de la planta de galletitas Tía Maruca, que dejó a 27 empleados sin trabajo. La decisión se comunicó de manera sorpresiva el jueves al mediodía, cuando los operarios llegaron a sus puestos y fueron informados de que quedaban “desafectados”, sin telegramas formales ni precisiones sobre las indemnizaciones.

Minutos después de conocerse la noticia, camiones comenzaron a retirar materia prima y equipamiento de la fábrica, lo que generó protestas de los trabajadores, que pidieron frenar el vaciamiento hasta que se garantice su situación laboral. Entre los afectados se encuentra la jefa de planta, oriunda de La Plata, junto a empleados con varios años de antigüedad.

El viernes, los cesanteados participaron de una audiencia en el Ministerio de Trabajo bonaerense, originalmente convocada por el atraso en el pago del medio aguinaldo. La reunión se transformó en un pedido urgente de intervención estatal para asegurar el cobro de las indemnizaciones y frenar la desprotección de las familias involucradas.

La noticia impactó en toda la comunidad local, que expresó su apoyo a los operarios y reclamó respuestas a la empresa. Autoridades municipales también exigieron claridad sobre el futuro de la planta y de los trabajadores despedidos.

No es el primer cierre que enfrenta la compañía: en agosto ya había bajado las persianas de una de sus fábricas en San Juan, dejando a decenas de familias sin sustento. El nuevo episodio en Chascomús confirma la crisis de la firma y expone la vulnerabilidad de los trabajadores frente a decisiones empresariales abruptas.

Mientras tanto, los empleados siguen aguardando definiciones sobre las compensaciones económicas y piden que se respeten sus derechos laborales. La incertidumbre persiste y la ciudad, de poco más de 35 mil habitantes, siente de lleno el impacto de la pérdida de una fuente de empleo clave.